Leopoldo Marechal/ Solo
Deja la soledad para el uso exclusivo
de los poetas devastados
y los filósofos en ruinas.
“¡Estoy solo y medito!”, se gallardea el búho,
muy arropado en su lujosa noche.
Pero el cóndor sereno de los Andes,
erguido en su montaña y al sol de mediodía,
reflexiona en silencio: “La soledad no existe”.
Y es verdad, Elbiamor, que ninguno está solo.
de los poetas devastados
y los filósofos en ruinas.
“¡Estoy solo y medito!”, se gallardea el búho,
muy arropado en su lujosa noche.
Pero el cóndor sereno de los Andes,
erguido en su montaña y al sol de mediodía,
reflexiona en silencio: “La soledad no existe”.
Y es verdad, Elbiamor, que ninguno está solo.
Leopoldo Marechal
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